Cuando llegamos al fin a la playa me imagine una vida tranquilla para mí y Luis y que Gina se va a ocupar con broncearse en la playa. Pero desgraciadamente entramos justo a la época de lluvia …tanto que había varias inundaciones graves en la Región. Imagínense una semana y media con lluvia tropical. A veces difícil a mantener el ánimo arriba. Pero al fin nos ocupamos con cocinar rico y unas pequeñas caminatas en los alrededores.
En una de esas caminatas conocimos un pescador humilde que vivió en una casa simple pero lindísimo situado a la orilla del mar. Nos invitó a uno de esos cafecitos brasileros, que son fuertes y dulces pero riquísimos. Nos reímos juntos aunque con su dialecto confuso no entendí mucho lo que dijo.
Wow, volver a sentir los rayos del sol en la cara fue lo máximo. El clima mejoro y nos mudamos de „Barra da Lagoa“ a „Jabaquara“. Allí conocimos a Simba, un rasta brasilero que nos alquiló bien barato su camping. Lo mejor que podía pasar por que aparte de tener una ducha caliente también nos encontramos con unos jóvenes argentinos que vinieron acá para buscar su suerte con el trabajo. Como también hicieron música nos juntamos y fuimos a „Lagoa da Conceição“ para hacer música con malabares en la calle. Con el presupuesto de ganar mínimo una cachaca para al fin sentir el país en cual estamos el show se volvió rápido en una fiesta y pasamos una de las más lindas noches en el viaje compartiendo con gente de todo latino america.
Ensayo relajado con los chicos del Camping de Simba